El diario del Turista

¿Yo?

Autor: Raymond

30 de enero de 2019

Hoy, mientras me preparaba una taza de café, reflexioné lo siguiente:

La batalla interna sobre si somos o no considerados para servir, se debe a la gran pregunta: ¿Seré lo suficientemente maduro para hacerlo? La realidad es que no se trata de cuán buenos seamos, sino, con cuanta pasión y disposición servimos a los demás.

La Biblia presenta un sinnúmero de historias donde hombres y mujeres fueron elegidos para una misión, que, en su humanidad, llegaron a dudar de sus capacidades, pero al aceptar el reto vieron grandes resultados.

En el capítulo 6 del libro de Isaías, el Señor hace una pregunta “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?8a  El profeta no ignora este llamado y responde: “Heme aquí, envíame a mí”8b.

El llamado a servir va más allá de un aeropuerto, disfrutar, explorar una cultura, obtener el mayor número de ponches en tu pasaporte, se trata de manifestar la compasión, ayudar al prójimo, ser empatico y misericordioso. 

Cuando sientes en tu corazón el llamado a servir, el mismo palpita a millón, se manifiestan muchas emociones entre el deseo de hacer y la duda, convirtiéndose esta última en una excusa: ¿cómo lo haré?, no cuento con los recursos necesarios para elaborar el plan, hay otras personas capacitadas para hacer el trabajo, me van a decir que estoy loco. De acuerdo a nuestra realidad, todas son válidas. En medio de todo el torbellino de pensamientos, se manifiesta un simple ¿YO? 

Nos ahogamos en muchas preguntas y encontramos pocas respuestas. Mark Casto en su libro, Cuando los marginados se convierten en reyes refiriéndose a Moisés, comenta que: “Dios no estaba buscando un hombre que ya tuviera un plan en mente; solo necesitaba alguien que caminara con Él”.  

Para que el trabajo sea efectivo, se necesitan personas comprometidas, apasionadas y dispuestas a traspasar barreras con un mensaje de oportunidad y de amor. No podemos movernos por una emoción, más bien por la convicción que es movida por amor. 

Responsive image